“¿Si era un enchufado en la selección de Luis Enrique?”, cuestiona Ferran Torres, en la zona mixta del Nuevo Los Cármenes, después de marcar dos goles ante Chipre, que se le suman a otro par que ha firmado con la camiseta del Barcelona en un total de 85 minutos disputados (22 con la Roja y 63 con el Barça) en la temporada. “Por favor, me río de eso”. En su vuelta a la selección, Ferran Torres (Foios, 23 años) parece tranquilo. No responde de manera altiva e intenta explicar su florecimiento después de haber mordido el barro, señalado por la prensa y con su afán competitivo machucado.
En enero de 2023, pocos días después de que España cayera eliminada en los octavos de final del Mundial de Qatar frente a Marruecos, Ferran Torres quedó atrapado en un laberinto, una especie de crisis existencial en la que ya no lo protegía ni el fútbol. “La gente lo mataba. En Barcelona el caldo de cultivo era malo y en Madrid, por ser el yerno de Luis Enrique, era objeto de críticas exageradas”, recuerdan desde su entorno.
Ferran Torres había aterrizado en la selección en septiembre de 2020 (1-1 ante Alemania) de la mano del actual seleccionador del PSG. Por entonces, todavía no había empezado su relación con Sira Martínez, hija de Luis Enrique. En cambio, ya jugaba en el Manchester City y era una de las promesas de la Roja después de haber ganado los europeos sub-17 y sub-19. “¿Qué argumentos futbolísticos hay para justificar que era un enchufado?”, cuestiona la gente cercana al delantero. Un razonamiento similar al que se esgrimía en los despachos de la Ciudad Deportiva del Barcelona. “Ferran jugaba en el City de Guardiola. Pep no le regala nada a nadie”, corroboraban.
Ocurrió, entonces, que después de haber fichado por un Barça en reconstrucción –”Necesitábamos jugadores que se adaptaran rápido a lo que quería Xavi”, recuerda un miembro de la dirección deportiva azulgrana-, que saltó de la novena a la segunda posición en la Liga 2021-2022, Ferran sufrió una herida en el pie en la pretemporada. Perdió ritmo en el campo y estatus en los despachos. Los mimados de Deco, Xavi y el barcelonismo, Raphinha, Dembélé y Ansu Fati, en ese orden, lo pasaron por arriba. Nadie, por supuesto, cuestionaba a la nueva estrella del club: Robert Lewandowski. La selección no funcionaba de inflador de autoestima, al contrario. Tampoco le ayudaba Luis Enrique cuando, sin mala intención, según subrayan en la federación, el técnico devenido en streamer soltaba frases del estilo de “mi prolongación en el campo es Ferrán Torres, que si no mi hija me corta la cabeza” en su canal de Twitch. “Ya conocemos al míster, es un bromista”, justifica Torres. Pero las gracietas del técnico asturiano eran una losa para el delantero valenciano.
Y en el Barça, más de lo mismo. “Había caído en un pozo sin fondo. Jamás me había derrumbado tanto”, explicaba Ferran en febrero. Y se dejó ayudar, por su familia pero también por profesionales. Comenzó terapia dos veces por semana y no tuvo problemas en contar su situación en el vestuario del Barcelona. “Si hay un jugador al que quieres que le vayan bien las cosas, es a Ferran. Es un buen chico, querido por todos, que pelea mucho para que las cosas salgan bien”, explicaba, en su momento, un empleado del club.
La temporada 2022-2023 terminó con siete goles en 45 partidos. Y con Mateu Alemany en la cuerda floja –”Es mi niño”, dijo cuando lo fichó del City–, en la entidad azulgrana querían a Ferran Torres fuera del equipo de Xavi. El jugador, en cualquier caso, no quería saber nada. No había dejado Mánchester –”Hoy podría ser campeón de la Champions”, recuerdan los que lo conocen– para tirarse de la xavineta en la primera curva. Y así se lo aclaró a Xavi: “Volveré a ser yo mismo. Te lo prometo”.
En terapia le aconsejaron desconectar; en el club, esfuerzo. “Tengo toda la prensa bloqueada. No leo nada. No me aporta nada. Por experiencia propia creo que es lo mejor. No sé cómo me han valorado. Eso es parte del show del fútbol”, reveló Torres. Se fue de vacaciones con sus amigos para purgar la cabeza, sin perder el contacto con su dietista y con su entrenador personal.
Y, al inicio de la pretemporada azulgrana, advirtió: “A nivel mental estoy hecho un toro. Nadie va a poder conmigo”. La frase rápido saltó de la prensa al vestuario. Eric García, Gavi, Pedri y Marcos Alonso arroparon a Ferran. “Nos dijo que tenía la mentalidad de un tiburón”, apunta uno de sus compañeros cercanos. Lo que empezó como una broma se convirtió en un grito de guerra. En el grupo de WhatsApp de los jugadores del Barcelona empezó a aparecer con frecuencia el emoji del tiburón. “El propio Ferran lo ha potenciado. Es la personificación de su carácter competitivo y de su vena depredadora”, aseguran desde el círculo íntimo del valenciano.
Pero faltaba algo más. No bastaba con las horas de terapia ni con pesar la comida, tampoco con las largas sesiones en el gimnasio. La resurrección mental y futbolística había que dejarla marcada. Y para eso, para algunos futbolistas, no hay nada mejor que un tatuaje: “Lo intentas, te equivocas y te levantas”, se hizo escribir, a finales de agosto, en la parte alta de la espalda. La frase la adornan unas alas.
Fuera de la selección desde Qatar, el teléfono de Ferran Torres sonó tras las lesiones de Asensio y Olmo en el duelo ante Georgia. “Lo conozco desde hace mucho tiempo, pero llevaba tiempo sin verle. Hoy es un hombre maduro y preparado. Esas situaciones desagradables que ha pasado me ayudan a evaluarlo y para darle valor a lo que ha conseguido. Él dice que está de vuelta, pero nunca ha estado lejos. Ha aprovechado la oportunidad. Si logra continuidad en su club, siempre tendrá las puertas de la selección abiertas de par en par”, sostuvo Luis de la Fuente.
En la federación no alertan diferencias. “Igual que con Luis Enrique. Un tío alegre y positivo”, asegura un empleado de la federación. El cambio, sin embargo, tan invisible en el vestuario como visible en el campo. Ya sin Sira Martínez como compañera de vida, Ferran Torres cuestiona: “¿Era un enchufado de Luis Enrique?”. El azulgrana suma 17 goles en 36 partidos con la Roja. Renace el tiburón, presente en los grupos de WhatsApp, pero también con la camiseta de España y la del Barcelona.
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