El ataque más letal en territorio israelí desde 1948 también reverbera en Cisjordania. Con más de 2.700 muertos en total, la dimensión de la incursión de milicianos de Hamás y la Yihad Islámica el sábado, con asesinatos y secuestros, y de los consiguientes bombardeos sobre Gaza, han eclipsado la muerte en este territorio de 31 palestinos, principalmente en enfrentamientos con soldados. Es, en menos de una semana, una sexta parte de todos los palestinos que han perdido la vida en Cisjordania en lo que va de un año que ya era el más sangriento registrado en la zona en dos décadas. Ningún militar ni civil israelí han muerto allí.
Todo esto sucede mientras el ultranacionalismo religioso (los más radicales entre el medio millón de colonos) llama a vengar la matanza del sábado y el líder de la oficina política de Hamás, Ismail Haniye, exhorta a Cisjordania a sumarse a “la gran victoria” para acabar con el Estado judío iniciada en Gaza. El ejército israelí restringe firmemente el movimiento entre ciudades y las protestas, en las que jóvenes palestinos han lanzado piedras y cócteles molotov contra los soldados. También se ven carteles y banderas de Hamás donde antes no había.
Lo sucedido en las últimas 48 horas en la aldea de Qusra, cerca de Nablus, abriría los informativos locales en otras circunstancias. Unos colonos armados mataron el miércoles a tiros a tres civiles palestinos, según el Ministerio de Sanidad. Un vídeo del lugar muestra a hombres enmascarados abriendo fuego con armas automáticas. Un día más tarde, otro colono acabó con la vida de Ibrahim Wadi, de 63 años, y su hijo Ahmad, de 26, al disparar contra el coche en el que se dirigían, precisamente, al entierro de sus vecinos. “El ejército me prometió que garantizaría nuestra seguridad y acabó empujándonos y protegiendo a los colonos. Yo di mi palabra a los vecinos como responsable. De repente encontramos un enorme grupo de colonos y los soldados, por detrás”, asegura por teléfono el alcalde de Qusra, Hani Odeh, que asistió al sepelio.
“El día de la venganza”
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Por los grupos de WhatsApp circulaba la víspera una convocatoria, con hora y lugar, para evitar el entierro y en la que se criticaba a las autoridades militares por “cerrar los ojos e imaginar que los nazis de Cisjordania son distintos a los nazis de Gaza”. También una imagen con nueve jóvenes enmascarados con bates, un hacha y un bidón de gasolina, acompañada de un texto en hebreo y árabe: “A todas las ratas de las alcantarillas del pueblo de Qusra: os esperamos y no tendremos piedad con vosotros. Ha llegado el día de la venganza”. Consultadas al respecto, las Fuerzas Armadas aseguran que los incidentes están siendo investigados.
Islam Sarafandi, de 28 años, circulaba el domingo con sus padres por la carretera que conecta un puesto de control cerca de la ciudad de Ramala con el campo de refugiados de Yalazon cuando ―según cuenta― llegó a la altura de un olivar. “De repente, varios colonos escondidos detrás de los árboles aparecieron muy rápido y con piedras enormes en las manos. Aceleré a tope. Casi choco con otros dos coches que también trataban de evitarlos y pude evitar las primeras, pero dos dieron en la parte trasera. Estuve a punto de perder el control del coche”, explica. Iban armados, pero ninguno abrió fuego, añade.
Unos 600 palestinos han resultado heridos desde el sábado, según datos del Ministerio de Sanidad de la Autoridad Nacional Palestina. Unos 190 han necesitado hospitalización. En una Cisjordania vacía, pero en la que se suceden los incidentes, han aparecido signos de apoyo al ataque de Hamás. En la mediana de la carretera que lleva del puesto de control de Kalandia a la localidad de Al Bire cuelga ahora un cartel en homenaje al movimiento islamista. Tiene como fondo la silueta (no se conoce su apariencia actual) de Mohamed Deif, representante de la rama más violenta e irredentista de Hamás y cerebro del ataque que ha removido el conflicto de Oriente Próximo. Hay una bandera verde del grupo fundamentalista a la entrada al campo de refugiados de Yalazon, al norte de Ramala.
“Dios y piedras”
A pocos kilómetros, los residentes de la localidad de Beitín, junto al asentamiento de Ofra, se turnan desde el sábado para que siempre haya al menos tres personas con piedras en cualquiera de los cuatro accesos. “Ya venían antes a veces, pero ahora son muchos más y más organizados”, explica uno de ellos, Mohamed Hamed. En el turno más numeroso se congregan una decena. “Solo tenemos a Dios y piedras”, aclara. No ha habido enfrentamientos, dice, porque las Fuerzas Armadas israelíes ―a las que los palestinos suelen acusar de pasividad y connivencia con los colonos― han incrementado claramente su presencia y evitan que estos se aproximen a Beitín.
Ayman Al Yamal también ha visto el cambio desde el sábado. Dirige una gasolinera de Al Huda, la mayor red palestina de estaciones de servicio. Está situada en una estratégica rotonda de Al Bire, que suele estar llena de jóvenes. Acuden a sus restaurantes de shawarma, hamburgueserías o cafés para fumar narguile, sobre todo los jueves por la noche (el fin de semana es viernes y sábado). Este jueves no hay jóvenes ni cola para repostar y todos los locales están cerrados.
Al Yamal afirma que, desde el sábado, ve a diario a un grupo de hasta 100 colonos acercarse a tirar piedras a los coches palestinos. Como el retén está clausurado en ambas direcciones desde el sábado, se colocan junto a una carretera alternativa hacia el norte que los palestinos se ven obligados a tomar. “Antes, venían a la rotonda una o, como mucho, dos veces por semana. Eran menos y se quedaban como 30 minutos, con los soldados al lado, y luego se iban”, señala en su despacho de la gasolinera.
Carreteras habitualmente colapsadas están casi vacías. Los puestos de control —Cisjordania está bajo ocupación militar desde 1967— habitualmente abiertos impiden ahora el paso a los palestinos de una a otra ciudad. De los tres cruces entre Jerusalén y Cisjordania, solo está abierto el que suelen usar los residentes en los asentamientos.
La ausencia del habitual sonido de fondo de los cláxones permite escuchar con claridad el helicóptero que transporta de urgencia hacia Amán al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas. Lo fletó a Ramala el rey de Jordania, Abdalá II, para celebrar una reunión urgente sobre la situación, antes de la que mantendrán allí este viernes Abbas y el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken.
Además, un incidente este jueves ha hecho sonar las alarmas sobre la expansión de la violencia a Jerusalén. Dos policías han resultado heridos, uno de ellos de gravedad, en un atentado con arma de fuego contra una comisaría, frente a uno de los accesos a la ciudad vieja. El atacante fue abatido a disparos.
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