Roma, epicentro mundial del golf. La guerra de los mundos en el majestuoso campo de Marco Simone. Europa contra Estados Unidos, la Ryder Cup. Los 12 mejores golfistas de cada parte del océano en una competición única, tan bella y pasional como la capital italiana. El mayor acontecimiento en el planeta del golf, y una de las grandes citas históricas del deporte, concentrado en tres intensos días, desde este viernes (a partir de las 7.30, Movistar Golf) hasta el domingo. Por delante, dos rondas el viernes y el sábado de duelos por parejas en las modalidades de foursomes (cada pareja juega una bola con golpes alternos) y fourballs (cada jugador con su bola) y los 12 decisivos choques individuales de la última jornada.
Frente a frente, dos batallones de estrellas. Los 12 peones de EE UU están entre los 25 mejores cromos de la clasificación mundial, seis de ellos en el top ten, con Scottie Scheffler sentado en el trono. Europa también pica alto con un trío de figuras en el segundo, tercer y cuarto escalón del ránking: Rory McIlroy, Jon Rahm y Viktor Hovland, reciente ganador de la FedEx Cup como líder de la temporada en el circuito americano. En la tropa que capitanea Luke Donald, el sueco Ludvig Aberg aparece en el puesto 80, la gran sorpresa de la lista de invitados solo 76 días y nueve torneos después (con una victoria) de saltar a profesional. Y el danés Nicolai Hojgaard marca el punto más bajo del ránking entre los reunidos en Roma, en el peldaño 82.
La Ryder fue, es y será siempre Seve, y el recuerdo y el espíritu del genio cántabro se respira en cada esquina del vestuario europeo. Ahí luce enmarcado el último polo que Ballesteros vistió como jugador en esta competición que elevó a los cielos, en 1995. “Es parte de la esencia de la Ryder, hay que tenerle presente”, comenta Rahm. La fuerza del equipo por encima de los egos es la llave para tocar la gloria. Ese fue el gran legado de Seve, heredado por Chema Olazabal, capitán en la inolvidable remontada de Medinah 2012 y hoy vicecapitán, y prolongado por Sergio García y el jugador vasco. Europa hace piña en una formación con cuatro ingleses y un representante de Irlanda del Norte, España, Irlanda, Escocia, Noruega, Austria, Dinamarca y Suecia. Entre todos, una media de edad de 30,1 años y nueve grandes en el palmarés (cuatro de McIlroy y dos de Rahm; siete golfistas en blanco en el Grand Slam). El conjunto continental une al más veterano de esta edición (Justin Rose, 43) y a los dos más jóvenes (Hojgaard, 22, y Aberg, 23). Por Estados Unidos, la misma juventud (30,3 años de media) pero más quilates: 15 grandes, cinco de Brooks Koepka.
“Lo mejor es entrar en la sala del equipo y ver a todos estos grandes golfistas reunirse y formar realmente un equipo, ser amigos y tener un vínculo especial y único durante la semana. Esos recuerdos durarán toda la vida y los vínculos se harán aún más fuertes”, explica Rahm en su tercera participación en la Ryder. “En la primera no hice ni una sola pregunta, estaba tan callado como uno puede estar”, recuerda sobre una cita, París 2018, que cerró derrotando al mito Tiger Woods. El de Barrika es hoy un tótem del equipo europeo en su intento de devolver la copa a suelo continental después del rotundo triunfo americano en el torneo de Wisconsin 2021 (19-9).
La historia sonríe a Europa en este Mundial del golf. Desde que en 1979 dejara de ser un duelo solo abierto a los golfistas británicos, los muchachos europeos han conquistado 11 veces el trofeo, por nueve sus rivales. Y la racha se afila en el pasado más reciente: Europa ha vencido en siete de las últimas 10 ediciones y no pierde como local desde 1993 en The Belfry (Inglaterra). Son ya seis coronas consecutivas en casa.
La Ryder brilla en todo su esplendor pese a la tormenta que en los últimos meses ha azotado al golf por el conflicto entre los grandes circuitos y la rompedora liga saudí. Castigados por la falta de puntos en la clasificación mundial, solo el estadounidense Koepka se alista en Roma de entre todos aquellos que cambiaron de bando y abrazaron los petrodólares. Su victoria este año en un grande, el Campeonato de la PGA, le impulsó en el ránking y se ganó el billete de avión.
El gran ausente es Sergio García, que en la Ryder es una leyenda, máximo anotador histórico de la competición con 28,5 puntos. El castellonense intentó llegar a un acuerdo con el circuito europeo y pagar las multas por su fuga a la liga saudí, y así poder ser invitado por el capitán a esta cita, pero el tour le cerró las puertas al haber renunciado a la membresía. Pese al anunciado futuro acuerdo de paz, las heridas siguen abiertas, como dejó claro McIlroy: “Ellos echarán más de menos no estar aquí que nosotros a ellos”.
Jon Rahm telefoneó el lunes a Sergio García. Le añora como pareja de baile (jugará este viernes con Tyrrell Hatton ante Scheffler y Burns en los foursomes, a las 7.35) y quiso al menos aprovechar sus consejos, “una información incalculable”. Rahm ha asumido ese liderazgo de García y está listo para servir su talento y su garra al equipo. “Ahora no soy yo el centro de atención, ni los demás jugadores. Se trata de Europa y Estados Unidos, es algo más grande que nosotros”, afirma el vasco; “esta semana es tan increíble que pagaría por estar aquí”.
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