La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, es la rival a batir en la campaña electoral para las elecciones europeas del 9 de junio. El primer debate entre candidatos, celebrado este lunes en la ciudad holandesa de Maastricht, ha despejado las dudas que pudiera haber al respecto. La alemana, gran cartel electoral del Partido Popular Europeo, se ha convertido en el blanco de la mayoría de críticas de sus rivales en casi todos los puntos abordados: desde la política medioambiental hasta la exterior. Los grupos también han preguntado a la jefa del Ejecutivo europeo sobre cuál sería su política de pactos tras los comicios. Y ha sido ahí cuando ha dejado la puerta abierta a aliarse con alguno de los grupos que están a la derecha de su formación al ser preguntada directamente por si pactaría con ECR (siglas en inglés de Reformistas y Conservadores Europeos), la formación en la que se incluye Vox o Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra Giorgia Meloni: “Depende mucho de la composición del Parlamento y de quién forme parte de cada grupo”, ha dicho Von der Leyen.
Durante la mayor parte del debate, organizado por la edición europea del diario digital Politico y Studio Europa, la alemana se ha visto interpelada por sus rivales, principalmente los que no forman parte de la gran coalición que gobierna la UE casi desde sus inicios (conservadores, liberales, representados por la también alemana Marie-Agnes Strack-Zimmermann, y socialdemócratas, con el luxemburgués Nicolas Schmit como candidato principal). Ella no ha rehuido el combate. Su rifirrafe con el aspirante de Los Verdes, el holandés Bas Eickhout —el más dinámico de los participantes en el debate—, cuando ha hablado sobre sus posibles alianzas tras las elecciones, ha sido uno de los momentos destacados del encuentro. Von der Leyen sí que ha dejado muy claro que no está dispuesta a pactar con toda la ultraderecha. Su línea roja deja fuera a los grupos que integran la formación más a la derecha del Parlamento, ID (Identidad y Democracia), en el que están las formaciones más cercanas a Rusia o menos críticas con la invasión de Ucrania, entre ellos el partido ultra alemán Alternativa para Alemania (AfD). Las críticas a estas formaciones, tanto por parte de la alemana como por otros candidatos, han sido incesantes, reprochándole en varias ocasiones a su representante, el danés Anders Vistisen, escándalos como el de la detención la semana pasada de un asesor de AfD por espiar para China.
Pero en las próximas elecciones europeas parece haber dos certezas: una, que la conservadora alemana Ursula von der Leyen es la gran favorita y otra, que los grupos ultras tendrán más representación. Esto último puede poner en cuestión la suficiencia del bloque tradicional de partidos sobre el que se ha construido la UE, la gran coalición moderada que aglutina a socialdemócratas, liberales y conservadores democristianos. De ahí que Von der Leyen no haya descartado contar con algunos de los países que están dentro del grupo de ECR. Además de Vox y los ultraconservadores polacos de Ley y Justicia (PiS), en este grupo también se inscribe Hermanos de Italia o el partido que gobierna en la República Checa. Sendas formaciones —como los polacos de Jaroslaw Kaczynski— se han destacado por alinearse claramente contra la agresión rusa contra Ucrania.
Las posibles alianzas tras las elecciones se han abordado en el tercer bloque temático que trataba sobre democracia. Los otros dos encaraban dos asuntos que han galvanizado la agenda europea en los últimos dos años: las políticas contra el cambio climático y la seguridad y la defensa. El menú de temas lo ha seleccionado la Universidad de Maastricht partiendo de encuestas.
Ya en la primera parte, la medioambiental, ha quedado claro que la diana estaba en Von der Leyen. También que su teórico principal rival, el socialdemócrata Nicolas Schmit, no iba a ser el más incisivo frente a ella. El luxemburgués ha formado parte del Colegio de Comisarios, donde se ha ocupado de la cartera de Empleo y Derechos Sociales, durante estos cinco años en los que Von der Leyen ha estado al frente.
Schmit ha llegado con un discurso de socialdemocracia clásica. Ha defendido las regulaciones medioambientales desplegadas en los últimos años: “Sería un error frenar contra el cambio climático”. Pero también ha apuntado hacia una postura de socialdemocracia más clásica cuando ha hablado de “política climática justa” y de que cuando los agricultores protestan lo hacen principalmente por los “ingresos”.
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En este punto, Von der Leyen se ha defendido de los ataques abogando por “inversiones masivas”, aunque dando protagonismo al sector privado. No ha defendido aumentar el gasto público cuando el candidato de La Izquierda, el austriaco Walter Baier, le ha reprochado que la mayoría de cálculos conocidos hablan de que es necesaria una inversión de más de medio billón de euros al año para cumplir con los objetivos de descarbonización, sino que ha apostado por la Unión del Mercado de Capitales como vía para atraer la inversión privada. También el verde Eickhout reclamaba más gasto público, hablando incluso de un fondo verde.
“Alto el fuego inmediato”
Von der Leyen se ha convertido también en flanco de ataques en el segundo bloque del debate, el de política exterior. La jefa del Ejecutivo comunitario ha llegado a endurecer su posición sobre Israel cuando ha apuntado que una invasión de Rafah sería “inaceptable” y ha pedido un “alto el fuego inmediato y la liberación de los rehenes”.
El debate de este lunes ha sido el acto inaugural oficioso de la campaña europea. Casi todas las familias políticas continentales han estado representadas con sus principales cabezas de cartel, aunque se da la circunstancia de que varios de ellos no son candidatos a ser eurodiputados. Es el caso de Von der Leyen, Schmit o Baier, pues se mueven en un difícil equilibrio: optan a presidir la Comisión Europea y, sin embargo, no figuran en las listas electorales para ser eurodiputados.
Esta curiosa situación responde a la postura del presidente francés, Emmanuel Macron, que rechaza que el presidente de la Comisión Europea salga de los cabezas de lista de los partidos que concurren a las elecciones. Y lo hace esgrimiendo el Tratado de Lisboa, algo así como la Constitución vigente en la UE en este momento. En él se dice que el Consejo Europeo —es decir, los líderes de los Estados miembros— elegirán la persona que presidirá la Comisión teniendo en cuenta el resultado electoral y que, después, esa elección debe ser ratificada por mayoría absoluta por el Parlamento. Esa postura francesa fue determinante en 2019 —cuando Von der Leyen, entonces ministra de Defensa en Alemania y alguien en quien nadie había pensado para el puesto que ahora ocupa hasta que fue elegida— y ha tenido influencia en esta decisión de la popular y el socialista de ser candidatos sin ir en listas.
Tampoco estará en listas el único español que es spitzenkandidat, la palabra alemana con la que se designa a los cabezas de cartel de cada familia europea en las elecciones europeas, Raül Romeva. Él fue uno de los políticos catalanes condenados por el procés y aunque recibió el indulto posteriormente para salir de prisión, sigue inhabilitado. No obstante, en este debate no ha participado él por EFA (European Free Alliance, la organización que agrupa a fuerzas nacionalistas y regionalistas) sino su compañera Maylis Rossberg, perteneciente a la minoría danesa de Alemania. Sí que es candidata, por el contrario, la participante de los liberales de Renew, la alemana Marie-Agnes Strack-Zimmermann.
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