El ataque iraní contra Israel este fin de semana ha redoblado la presión en el Congreso de Estados Unidos para aprobar el paquete de ayuda a Israel y a Ucrania por valor de cerca de 95.000 millones de dólares (más de 89.000 millones de euros), pendiente desde hace meses. El presidente de la Cámara Baja, Mike Johnson, ha asegurado que intentará sacar adelante la medida esta misma semana. Pero no está claro que pueda conseguirlo: su mayoría se cuenta con los dedos de una mano y los diputados del ala republicana más radical siguen enrocados en su rechazo a asistir a Kiev con más fondos. Mientras tanto, el presidente de EE UU, Joe Biden, reiteraba al recibir en la Casa Blanca al primer ministro iraquí, Mohamed Shia al Sudani, que Washington está comprometido con evitar que el conflicto en Oriente Medio “se extienda más de lo que ya lo ha hecho”.
“Los republicanos de la Cámara y el Partido Republicano entienden la necesidad de respaldar a Israel”, declaraba Johnson a la cadena de televisión Fox News este domingo. “Vamos a volver a intentarlo esta semana, los detalles de esa propuesta se están organizando ahora mismo”.
La Casa Blanca, por su parte, le reiteraba en público los llamamientos a aprobar ese paquete de ayuda a Israel, Ucrania y aliados asiáticos: “Tienen que someterlo a votación lo antes posible”, insistía el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby.
La jugada de Johnson, un hombre parsimonioso al que le gusta examinar con cuidado todas las posibilidades desde todos los ángulos imaginables antes de tomar una decisión, es complicada. Sabe que tras los acontecimientos del fin de semana necesita sacar adelante, por lo menos, la ayuda a Israel: unos y otros destacan el papel fundamental de los equipos estadounidenses para interceptar el aluvión de proyectiles lanzado por Irán. Pero un paso en falso ante el ala dura de su propia bancada puede costarle el puesto, como ya vivió en carne propia su predecesor Kevin McCarthy, depuesto por los suyos en septiembre por no haber bloqueado una ley presupuestaria propuesta por los demócratas.
Un frenesí de actividad entre bambalinas se desarrollaba este lunes en los despachos y pasillos de la Cámara. A última hora de la tarde estaba prevista una reunión del grupo parlamentario republicano para tratar sobre el “reciente ataque iraní contra Israel y los fondos suplementarios de defensa”.
Johnson se reunió por videoconferencia el domingo con el presidente Biden, y con el resto de los líderes políticos del Congreso: los demócratas Chuck Schumer, al frente de la mayoría en el Senado, y Hakeem Jeffries, el número uno demócrata en la Cámara de Representantes, y Mitch McConnell, responsable de la minoría republicana en el Senado. Todos ellos aludían a las andanadas iraníes para poner de relieve la necesidad de aprobar la ayuda pendiente a Israel. Y, de paso, a Ucrania. Biden, según la Casa Blanca, resaltaba la “necesidad urgente” de sacar adelante esa asistencia, que Kiev necesita de manera desesperada para responder a la ofensiva rusa.
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El proyecto de ley de asistencia circula, en diversas versiones, desde finales de septiembre. Asigna más de 60.000 millones de dólares en ayuda militar y económica a Ucrania, y en torno a 14.000 a Israel, entre otras partidas. El Senado lo aprobó el 8 de febrero, pero desde entonces languidece en la Cámara de Representantes, donde Johnson se resiste a someterlo a votación.
Aunque demócratas y republicanos reconocen que si se llevara al pleno recibiría el apoyo de una cómoda mayoría y saldría adelante, presentar el proyecto podría suponer la muerte política para el presidente de la Cámara, originario de Luisiana. El ala radical republicana se opone drásticamente a cualquier asistencia a Kiev y considera que es mejor dedicar los fondos a prioridades dentro de Estados Unidos. La diputada Marjorie Taylor-Greene, gran aliada del expresidente Donald Trump, amenaza con presentar una moción interna para deponer a Johnson, similar a la que costó el cargo a McCarthy, si el presidente de la Cámara cede y somete la ayuda a votación.
Otra posible opción que contempla Johnson es presentar su propio proyecto de ley, que incluya solo la asistencia a Israel. Es un paso que ya había intentado de diversas formas en los últimos meses, siempre sin éxito. Y que corre el riesgo de dejar definitivamente de lado la ayuda destinada a Ucrania, lo que colocaría al país invadido expuesto ante la maquinaria de guerra rusa. Algo que la Casa Blanca, y los demócratas, rechazan de plano. Kirby lo reiteraba este lunes en la rueda diaria de la oficina presidencial: “Nos oponemos a un proyecto de ley únicamente para Israel”, subrayaba. “Esto va de dos aliados, Israel y Ucrania. Son conflictos muy distintos, pero el tiempo no corre a favor de ninguno de los dos. La manera más rápida de proporcionarles ayuda es aprobando el proyecto de ley que ya tiene el sí del Senado”.
Mientras Johnson delibera sobre cómo mover ficha, los demócratas reiteran sus llamamientos. En una carta abierta a los diputados, Hakeem Jeffries ha vuelto a instar a aprobar la ayuda lo antes posible.
“Los graves acontecimientos del pasado fin de semana en Oriente Próximo y Europa del Este subrayan la necesidad de que el Congreso actúe de inmediato. Debemos sacar adelante el proyecto de ley, bipartidista y exhaustivo, que aprobó el Senado sobre seguridad nacional”, subraya Jeffries, que insta a los diputados a elegir si prefieren ser “[Winston] Churchill o [Neville] Chamberlain”. El primero lideró el esfuerzo de guerra británico contra la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. El segundo, primer ministro del Reino Unido entre 1937 y 1940, ha pasado a la Historia con oprobio, como el hombre que intentó apaciguar al régimen de Adolf Hitler ofreciendo concesiones y prometió, tras esas negociaciones, “paz para nuestra era”, solo para acabar viendo cómo el 1 de septiembre de 1939 Alemania invadía Polonia y comenzaba la guerra.
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