Euroliga jornada 21
El Madrid volvió al tiempo extra y otra vez lo resolvió, esta vez frente al Valencia, después de un partido ajustado, pero con demasiados parones. El marcador final solo refleja el acierto madridista en los dos minutos finales, frente a la falta de puntería valenciana. Los diez puntos de diferencia no son el espejo de lo que sucedió en la cancha. Después del homenaje a Llull, al que le quedan dos telediarios nocturnos para batir la marca de triples que ostenta Juan Carlos Navarro, después de los cuatro que consiguió, el partido se le puso de cara al Valencia, que mandaba en el luminoso y en la pista. Férreos en defensa, no permitiendo segundas oportunidades al Madrid en el rebote, fueron cogiendo confianza en el primer cuarto, en el que el Real falló ocho de sus diez intentos triples. Mandaba Touré bajo la canasta y Brandon Davies, por el que pasaban todos los balones, andaba con la muñeca alegre.
Tuvo que sudar el Real Madrid en los diez minutos siguientes para poner las cosas en su orden natural. Después del 16-28, que le daba la máxima ventaja al Valencia, se gripó el ataque naranja, cuando apareció Tavares en defensa y un parcial de 10-2 puso al equipo blanco a tiro de su rival, aunque el Valencia conservaba una renta de cinco puntos en el descanso (35-40).
Después, alguien pisó un cable, se detuvo el reloj en el WiZink, y el escaso ritmo con el que se había jugado hasta ese momento, se rompió del todo. Fríos los jugadores, fría la grada, se congeló el partido, aunque quien sacó beneficio fue el Real Madrid, que, con 6,24m por delante para el final del tercer cuarto, empató (43-43) y un minuto más tarde se puso por delante. Suelen pasar esas cosas, porque ninguno de los dos equipos pudo encontrar el ritmo necesario, y los constantes parones, sumados al más largo por el reloj estropeado, no contribuyeron en nada. Aunque con renta escasa, el equipo de Chus Mateo afrontó los que, en teoría, iban a ser los diez minutos finales, con el marcador a su favor.
El Madrid mejoró con el paso de los minutos, pero no tanto como para despegarse de un Valencia pegajoso y mandón a ratos. Los últimos instantes sí que fueron trepidantes. A 3,03, anotó Jones un triple que ponía al equipo de Mumbrú por delante (70-73), pero respondió Tavares bajo la cantasta. Con 1,28 en el cronómetro, Sergio Llull robó la pelota e inició un contragolpe que acabó con un triple con su marca personal (77-75). Respondió Inglis, luego Campazzo siguió con el intercambio de golpes con un triple (80-79) que le ponía las cosas muy complicadas al Valencia con solo cuatro segundos por delante. Optaron por hacer una falta, que se sacó de banda, y a 3,1s, otra más, en la que Hezonja anotó los dos tiros libres. Era el más difícil todavía para los visitantes, que fabricaron en tan escaso tiempo, una acción para el triple de Harper que empataba el partido (82-82).
Fue nadar para ahogarse en la orilla, porque en la prórroga, el Valencia apenas anotó cuatro puntos y su sueño de ser los primeros en derrotar al Madrid en el WiZink se quedó en nada.
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